domingo, 16 de febrero de 2014

Hipótesis del Cuadro Robado, de Raoul Ruiz.

Tras ver el film completo, y sin haber podido despegar los ojos de la pantalla para no perderme detalle alguno, tengo la sensación de haber asistido a una obra metadiscursiva.

Digo obra meta-discursiva, porque aunque sea Cine, y se nos presente el problema sobre otro Arte como es la Pintura, creo que Raoúl Ruiz lo que hace es plantear una problemática que se presenta en Arte en general. Partiendo de una supuesta serie de cuadros realizada por un supuesto pintor llamado Tonnerre, “el Coleccionista” va desmenuzando los distintos elementos de cada cuadro, estableciendo la hipótesis de que todos guardan relación mediante algún elemento secundario que se muestra en ellos a los ojos del espectador, tales como el espejo que refleja la luz, en el primer cuadro; o la media luna, en el segundo. Según va siguiendo las pistas, éstas encajan, pero todo se va a pique al llegar al “cuadro robado”, en el que se supone aparecía como nexo conector una máscara.

Por otra parte, se nos cuenta que en estos cuadros los personajes realizan una “ceremonia”, la cual no será desvelada hasta llegar al último de todos, donde se nos descubre un culto a Baphomet, culto que ha sido perseguido durante siglos, como ocurriese con los templarios en la época de Jacques de Molay, y que fue la razón por la cual retirasen el cuadro faltante y la exposición causara gran revuelo.

Es al final del fin cuando me llevo la impresión de que se trata de una obra meta-discursiva, cuando “el Coleccionista”, cansado por no poder desvelar un misterio con el que lleva años conviviendo, establece su reflexión final. Con ella, se establece de forma definitiva lo que se viene vaticinando conforme el metraje avanza; que las teorías que “el Coleccionista” establece no son más que conjeturas extraídas de su propia lectura de los cuadros, basadas en su propia subjetividad, teorías que, por otra parte, no tienen que ser válidas para todo el mundo, puesto que cada espectador puede establecer las suyas libremente. Por otra parte, estas explicaciones no tienen tampoco que ser ciertas, ya que el supuesto autor de los cuadros puede no haber tenido en mente ningún tipo de misterio como el que se nos plantea en esta película.


Ante esta problemática, me surge la reflexión de si verdaderamente cuando nos enfrentamos a explicaciones de cualquier tipo de obra de Arte, éstas tienen sentido alguno. Me surge la duda de si el artista que la ha llevado a cabo ha querido verdaderamente establecer ese “diálogo” con el receptor de su obra o simplemente ha realizado aquello que le ha venido en gana mediante su vena creativa sin pretender nada más que representar algo, siendo de esta manera el receptor el que ha tergiversado lo que el artista ha querido expresar con explicaciones más allá de la obra del autor. Un ejemplo parecido a lo que quiero expresar podría ser el documental Room 237, en el que se exponen diversas teorías sobre el magnífico film El Resplandor del director Stanley Kubrick.