lunes, 28 de abril de 2014

EL BUSCAVIDAS.

FICHA TÉCNICA
Dirección: Robert Rossen
Guión: Robert Rosse & Sidney Carroll (Novela: Walter Tevis).
Música: Kenyon Hopkins.
Fotografía: Eugene Shuftan
Reparto: Paul Newman, Jackie Gleason, George C. Scott, Piper Laurie, Myron McCormick, Murray Hamilton, Vincent Gardenia, Michael Constantine
Productora: 20th Century Fox

La película que nos ocupa es El Buscavidas (The Hustler) del director Robert Rossen, protagonizada por Paul Newman, en el papel de Eddie Felson un buscavidas profesional de billar y alcohólico que va por locales de billar desplumando a competidores junto con su socio Charlie.

En esto se encontraban cuando llegan a un local en el que un tipo les habla del Gordo de Minnesota, que no ha sido derrotado en 15 años, por lo que Eddie se empecina en querer retarlo. Una vez el Gordo de Minnesota hace acto de aparición comienza a ser derrotado por Eddie, quien, tras emborracharse, ya que ambos oponentes habían mandado a un chico a que les trajera whisky, comienza a no dar pie con bola y de los 18.000 dólares que le había ganado al Gordo, se queda únicamente con 200 para disgusto de Charlie, que le recrimina que no sabe retirarse cuando debe, por lo que los dos socios acaban yéndose cada uno por un lado.

En una estación de autobuses, Eddie guarda sus pertenencias y se acicala un poco, va hacia un bar donde pide un café solo, sentándose al lado de una chica a la que ha visto y con la que comienza a hablar, se queda dormido tras las 25 horas de juego en las que ha participado y es ella la que paga el café y se va. Poco después vuelve a encontrársela, ambos tienen problemas con la bebida, pero él va a vivir con ella comenzando juntos una relación.
Charlie se presenta un día sin previo aviso, en el piso de la chica, buscando a Eddie, para llevárselo con él como hacían antes, pero él se niega, al final Charlie termina confesándose ante Eddie.

Eddie sufre la rotura de sus dedos pulgares y una fuerte agresión en un antro en el que derrota a un jugador de poca monta al que despluma sin problemas.

Eddie comienza un trato, posteriormente, con Gordon, quien había presenciado la partida de éste con el Gordo, pero Gordon no es trigo limpio, solo está interesado en el dinero. La aparición de éste personaje traerá la perdición para Sarah, que acabará suicidándose en la habitación del hotel en el que los tres se encuentran, tras la victoria, muy sufrida, de Eddie sobre otro tipo en otra modalidad de billar en la que no era tan experto, el estilo libre.

Finalmente Eddie vuelve al lugar donde tuvo su enfrentamiento con el Gordo de Minnesota para volver a retarlo, tras el cambio sufrido en él, lo derrota y planta cara a Gordon quien le dice que no vuelva a visitar nunca una sala de billar.

Una de las grandes películas del cine americano de los 60, en la que Paul Newman ofrece una de sus grandes interpretaciones, encarnando a un personaje extremo, que se deja guiar por sus vicios, el billar y la bebida, hasta que las dificultades a las que se enfrenta parece que le hacen entrar en razón y cambiar lo necesario en él para dejar de ser, como Gordon le recuerda en ocasiones, un perdedor; para convertirse en un ganador. Eddie Felson se torna inmortal gracias a su interpretación, recuperado éste personaje por el mismo actor en el film El Color del Dinero, dirigido por Martin Scorsese, una secuela que como film está bien, no es de las mejores de Scorsese, pero tampoco es la peor que tiene, sin embargo puede achacársele que sea una secuela innecesaria y el hecho de que a pesar de ser un buen film no llegue a la altura de la cinta de Rossen.

George C. Scott en el papel de Gordon se muestra a la altura, en un personaje que le viene como anillo al dedo, además de ese gran Gordo de Minnesota, hombre callado, gran jugador de billar, calmado en todo momento por su gran confianza en sí mismo o la joven Sarah, chica con problemas como el alcoholismo, que vive atormentada por su pasado y vuelve a estarlo por su presente, razón por la que se quita la vida.

En la película se muestran temas como el de adicción en lo referente al alcoholismo, el alienamiento, del que la pareja protagonista es un claro ejemplo, porque no encajan en una sociedad como en la que viven, el carácter de buscavidas de él le trae problemas, como la agresión; el egoísmo o la avaricia, que pueden hacer que las personas toquen fondo y pierdan lo que han ganado con su esfuerzo, esto último, sin embargo lo apreciamos solamente en los personajes masculinos, Sarah parece ser la única que no posee estos sentimientos sobre el dinero.

Llama la atención el personaje de Charlie, cuando se confiesa ante Eddie le dice: “Tú eres lo único que me importa”, frase un tanto singular para que un socio le diga a otro, por lo que podríamos intuir una homosexualidad encubierta en el personaje, lo cual se encontraba latente en algunos personajes masculinos de films del Hollywood de la época.

La dirección de Rossen hace que la historia no decaiga en ningún momento, dándole el ritmo necesario para que el espectador mantenga la atención en todo momento y se sumerja en la historia.

Cabe mencionar que lo que Charlie o Gordon hacen en el film que nos ocupa con Eddie, es lo que él en su vejez haría con Vincent, interpretado en El Color del Dinero por Tom Cruise, sin embargo Eddie volverá a ponerse frente a una mesa de billar en la película de Scorsese.

El carácter alcohólico de Eddie lo hace caer en picado, como el protagonista de Días sin Huella de Billy Wilder que comparte con el de Paul Newman su cabezonería que le hace no ser capaz de cambiar ante los problemas, como si fuera voluntad suya el autodestruírse.

Gordon le dice que tiene talento pero que perdió por su carácter. Los personajes se muestran no como rol, están vivos y sufren lo que da un gran realismo a la película, de hecho no vemos lo que solemos entender por “happy ending”, a pesar de salir victorioso de su partida tiene que pagar un alto precio por ello.

La fotografía en blanco y negro semejante a la de los films noir ayudan en la ambientación de la historia y favorecen en al ambiente ayudando a crear una atmósfera agobiante.

Otro de los temas que podemos encontrar en la película es el poder del dinero, el poder que ejerce en las personas, de forma que muchos son capaces de cualquier cosa con tal de enriquecerse, aunque ello conlleve mal para quienes les rodea.


En definitiva, una gran película sobre un antihéroe, que nos muestra a personajes con problemas que sienten y padecen lejos de frases estereotípicas y situaciones efectistas. 

lunes, 21 de abril de 2014

UN CORAZÓN EN INVIERNO

FICHA TÉCNICA
Director: Claude Sautet
Guión: Claude Sautet, Jacques Fieschi, Jerome Tonnerre
Música: Maurice Ravel
Fotografía: Yves Angelo
Productora: Film Par Film/Orly Films
Reparto: Daniel Auteuil, Emmanuelle Béart, André Dussollier, Brigitte Catillon, Maurice Garrel, Myriam Boyer

Estamos ante un film dirigido por el francés Claude Sautet en el que se nos cuenta la historia de un triángulo amoroso protagonizado por Maxime, Stéphane y Camille.

Maxime es el jefe y amigo de Stephane, al que le confiesa que ha comenzado una relación con la joven Camille; Stéphane tras ir conociendo cada vez más a la joven parece estar también enamorado de ella, no obstante cuando la joven violinista se enamora por fin de él éste se muestra indiferente afirmándole que no siente lo mismo por ella, esta atracción supone una especie de ruptura incipiente con su socio y jefe Maxime.

El mundo en el que se mueve Stéphane es el de la apariencia, al menos es lo que en algunos momentos nos deja entrever el personaje con su actitud. Parece ser una persona fría y distante, o al menos es un papel que desempeña, ejemplo de ello es cuando le dice a la joven que “odia la palabra enamorado”.

Por otro lado Maxime y Camille parecen más “pasionales” en cuanto a su manera de comportarse, de sentir, en comparación con Stéphane.

Otro dato a tener en cuenta puede ser el hecho de que Stéphane actúe de ésta manera como una especie de mecanismo de defensa, para proteger esa imagen de sí mismo que quiere proyectar a los demás, a modo de máscara bajo la que se siente menos vulnerable; teoría que no resultaría descabellada si nos fijamos en el final de la película, Camille se va con Maxime, quedando Stéphane solo tras rechazar a la chica, lo cual nos puede llevar a pensar que el personaje interpretado por Daniel Auteuil la rechazó siendo consciente de lo que habría traído consigo esa “atracción” por la violinista, la ruptura ya no sólo laboral, sino también de la amistad entre los dos personajes masculinos, de este modo las palabras que en una conversación dice él a la chica dándole a entender que él y Maxime “no son amigos”, no serían más que parte del papel que el personaje quiere desempeñar, por lo que la teoría de la apariencia cobraría más peso.

Siguiendo con las apariencias, éstas parecen tener bastante peso entre los personajes del film, ejemplo que podemos ver durante la escena de la cena en la que tienen una conversación superflua sobre Cultura, en la que el único personaje que se posiciona es Stephane; conversación ésta que podemos relacionar con otra que sucede también durante una cena en la reciente La Gran Belleza de Paolo Sorrentino o, incluso, la del film Cachè de Michael Haneke, en la que también tiene un papel protagonista Daniel Auteuil.

En ambos films mencionados encontramos personajes con similitudes a los de la película que nos ocupa, personajes que se mueven en el ámbito artístico-cultural que parecen más preocupados por aparentar ser que por lo que verdaderamente son.
El tratamiento que se hace de la historia de amor entre los personajes, sobre todo con el final de la misma, nos puede hacer evocar a la clásica Casablanca de Michael Curtiz donde encontramos también un triángulo amoroso.

Uno de los mayores aciertos que le encuentro a esta película es en lo referente al tratamiento de la historia, no se pierde el tiempo en explicaciones absurdas, los detalles importantes se nos muestran mediante los diálogos y comportamientos de los personajes, se muestra lo justo para que el espectador, sin ser éste un film de gran complejidad narrativa, interprete el porqué los personajes actúan de determinada manera, incluso en la historia de amor de Camille y Stéphane, que nos lleva a evocar otra película, en esta ocasión In the Mood for Love del hongkonés Wong-Kar Wai, en la que los dos personajes, interpretados por Andy Lau y Maggie Cheung, no sucumben a su amor para no traicionar a sus respectivas parejas y por miedo al “que dirán”.

Si el personaje interpretado por Auteuil es verdaderamente de la forma en que se comporta, dejando ahora de la do la teoría de la máscara, no va a cambiar, como tampoco lo hace el asexuado profesor al que da vida Robert Mitchum en la La Hija de Ryan de David Lean, donde ve cómo su mujer se enamora de un militar que acaba suicidándose, teniendo que huir con posterioridad junto a su mujer del pueblo en el que viven por un linchamiento de sus vecinos a la adúltera esposa.

Cabe destacar, que considero que lo único que media entre los personajes es la música, apaciguándolos. Ella con su carrera musical, él con su labor de fabricación y reparación de instrumentos, haciendo valer ese dicho de la sabiduría popular que reza: “La música amansa a las fieras”.

Como ya hemos comentado a pesar de no ser un film de extremada complejidad narrativa, no muestra de manera explícita todo lo necesario para entender las motivaciones de éstos seres, eso es labor que el espectador debe llevar a cabo, prestando atención a lo que sucede, porque este es un film basado en la apariencia, como los personajes que muestra; parece que no está sucediendo nada, pero, en realidad, son muchas las cosas que suceden, pero es la naturalidad con la que se muestran lo que las hace verosímiles, de ahí que tengamos que mostrar especial atención a los detalles y diálogos e interpretar luego. No vemos personajes vacíos, no vemos situaciones sin sentido dentro de la historia que se nos muestra.

Incluso la forma en que está rodada nos ayuda a prestar atención a esos detalles, no hay efectismos, no hay recursos cinematográficos de gran complejidad técnica, sencillez, continuidad, fluidez narrativa, pues el ritmo con el que se nos cuenta la historia nos hace sumergirnos en ella, no nos sentimos abrumados por exceso de acontecimientos o frenetismos, así como tampoco sentimos sopor por lentitud o tiempos muertos, otro de los aciertos de un film que con el paso de los años se está forjando un hueco entre las videotecas personales de los cinéfilos de a pie.

lunes, 7 de abril de 2014

LA FELICIDAD DE LOS KATAKURI

O LA SERIE Z JAPONESA QUE NO FUE.

FICHA TÉCNICA
Dirección: Takashi Miike
Guión: Kikumi Yamagishi
Música: Kôji Endo, Kôji Makaino
Fotografía: Hideo Yamamoto
Reparto: Kenji Sawada, Keiko Matsuzaka, Shinji Takeda, Naomi Nishida, Kiyoshiro Imawano, Tetsuro Tamba, Kenichi Endo
Productora: Shochiku

La película que nos ocupa es La Felicidad de los Katakuri, del director japonés Takashi Miike, conocido por su estilo estrambótico, rozando la serie B, Z en ocasiones; sus adaptaciones de manga y por dos remakes de dos películas de samurais bastante recientes: 13 Assassins y Hara-Kiri: Death of a Samurai, remake bastante digno ésta última de la obra maestra de Masaki Kobayashi Harakiri; ambos films de Miike, se tornan a mi juicio, de momento como sus mejores films, al contrario que la obra que nos ocupa.

Cuenta la historia de una familia japonesa que se instala en mitad de un paraje natural donde forman un hotel para albergar a viajeros que por allí pasen, no obstante los pocos huéspedes que llegan a tener traen a la familia diversos problemas porque comienzan a aparecer muertos. El tono de la película me recuerda al de un film cómico de terror de la década de los 70, también japonés, titulado House (Hausu) de Obayashi. Con determinados detalles animados, en este caso en stop motion, números musicales, y un recurso que siempre he considerado de lo más chabacano, esos insertos del personaje que sale en plano, en miniatura. Los números musicales se tornan un tanto mal llevados, y en ocasiones demasiado fuera de tono, ralentizando una historia que podría haberse contado en un medio metraje perfectamente.

Bien es verdad que Takashi Miike es fundamentalmente un director de evasión y entretenimiento, a pesar de ese estilo suyo más cercano al anime en muchas ocasiones, que al cine japonés de maestros como Kurosawa, Mizoguchi o Yasujiro Ozu, teniendo algunas películas que podrían verse emparentadas con el cine un coetáneo suyo Takeshi Kitano, más que nada cuando han tocado la temática yakuza o la ya comentada de samuráis, donde han hecho gala de un estilo más clásico y un mejor hacer dentro de sus respectivas filmografías. El problema es querer otorgarle al cine de Miike un status que no le pertenece, más allá de la pura evasión que ofrece su cine, como parece ser que le otorgan determinados sectores y que el propio director parece que se intenta otorgar en esta película, concretamente al final, cuando la voz en off de uno de los protagonistas suelta su arenga sobre la vida; lo cual, habiendo visto la película me resulta un “discurso” fuera de lugar y del tono que ofrece. También es verdad que no es una película para tomársela en serio, y que tampoco es pretensión de Miike, al menos aparentemente, que nos la tomemos en serio, no obstante si te dedicas al cine de entretenimiento, considero que es fundamental que el ritmo siga una que haga que la historia avance y que no sumerja al espectador en un estado en el que termine deseando a eso de la mitad del film que termina ya. Si he de señalar una virtud del director es su libertad para hacer lo que le viene en gana, algo que vemos reflejado aquí perfectamente, y que ha demostrado en otros casos como Gozu, Ichi the Killer o Audition.

Considero que no podría emparentar este film con otros de tinte surrealista, hablo de films de directores como Buñuel o Lynch, ya que en La Felicidad de los Katakuri, surrealismo hay poco, tal vez únicamente la escena de stop motion con la que se abre la película. Su factura se muestra un tanto pobre, así como los números musicales parecen salidos de un mal programa televisivo, los actores sobreactuados, encarnando personajes que podríamos enmarcar dentro del frikismo japonés.

Cabe comentar lo mucho que se habla sobre el valorar obras de poca importancia o de menor calidad artística con la alta cultura, sin embargo, en muchas ocasiones se valora a Takashi Miike como si se estuviera valorando a uno de los grandes maestros del cine japonés y eso es un problema, un problema que en esta época que se ha denominado Postmodernidad se da en todos los ámbitos y que está trayendo una degeneración de las Artes, donde se valora de la misma manera el film que nos ocupa que Cuentos de Tokio del maestro Ozu, cosa ésta que observo en algunos compañeros que parecen guiarse más por esa pseudo-intelectualidad del gafapastismo que por una verdadera pasión por el Cine.


En definitiva, una fallida película de Takashi Miike, quien, a mi juicio y como he comentado anteriormente, ha realizado sus mejores películas con los dos remakes de películas clásicas de samuráis antes mencionadas, pero que nos ha entregado otros films bastante entretenidos dentro del tipo de cine que hace, como son: The Bird People in China, una de las mejores que ha realizado, Cementerio Yakuza, Crows Zero, Crows Zero II o el thriller de culto Audition.